Cartas desde Honduras: Acuerpadas

Del 17 al 27 de junio, un grupo de comunicadoras vascas hemos estado en Honduras, de la mano de la ONG Alboan y acompañadas por el equipo de ERIC-Radio Progreso, conociendo la realidad del país: la lucha territorial y luchas comunitarias que se están librando frente a la industria extractiva, la contaminación del agua, las diferentes violencias que afrontan…

Si me tuviera que quedar con una única palabra para resumir todo lo escuchado, visto y vivido, sería la de acuerpar. Era un término desconocido para mí que, sin embargo, se repitió muchas veces esos días. Su significado, según la Asociación de Academias de la Lengua Española, es apoyar una persona a alguien o a algo, como una iniciativa o una propuesta. Pero, sin duda alguna, se trata de un concepto mucho más amplio: es poner el cuerpo (literalmente, porque muchas y muchos se juegan la vida) por la casa común, por lo colectivo, por las demás. En palabras de la feminista comunitaria indígena, Lorena Cabnal:

“Nombro como acuerpamiento o acuerpar a la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados ante las injusticias que viven otros cuerpos. Que se auto convocan para proveerse de energía política para resistir y actuar contra las múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, racistas y capitalistas. El acuerpamiento genera energías afectivas y espirituales y rompe las fronteras y el tiempo impuesto. Nos provee cercanía, indignación colectiva pero también revitalización y nuevas fuerzas, para recuperar la alegría sin perder la indignación.”

Y es que, como decía la lideresa hondureña Berta Cáceres Flores, «no hay mayor acto de rebeldía que defender la alegría». Esta activista ambiental fue asesinada en 2016. Su lucha sigue viva a través del COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras) y los pueblos que no se rinden ante la impunidad de criminales, porque está sembrada en el corazón de todas la rebeldías.

Como Berta, 1.910 personas han sido asesinadas en el mundo por su activismo climático, medioambiental y de defensa de la tierra, en la última década, según el último informe de Global Witness. Sólo en 2022, a 177 personas les arrebataron la vida, una cada dos días, cuando trataban de proteger el planeta, principalmente en América Latina. Uno de cada cinco asesinatos se dio en un territorio amenazado por el extractivismo y la colonización de tierras para ganadería, explotación maderera y macrocultivos intensivos.

Honduras es rica en minerales, bosques, agua. Pero esa riqueza supone, en ocasiones, una condena para su pueblo, que pone el cuerpo para la defensa de la tierra. La violencia, impunidad y represión por parte de actores estatales y no estatales han sido características comunes en el país, creando un ambiente hostil para quienes defienden los derechos humanos. Esos días pudimos escuchar a algunas de esas personas que nos hablaron de dos amenazas: una, la lucha territorial y luchas comunitarias que están liderando en contra de la industria extractiva. La otra, el acaparamiento de tierras en muy pocas manos y la implantación de monocultivos.

El monstruo de múltiples cabezas

El caso Guapinol es un referente en la lucha por la justicia ambiental y los derechos humanos, y un recordatorio de los desafíos que enfrentan las comunidades al defender sus territorios frente a intereses económicos poderosos. Este conflicto en el departamento de Colón, se originó debido a la oposición de la comunidad a un proyecto minero operado por la empresa Inversiones Los Pinares, que planeaba extraer óxido de hierro en el Parque Nacional Carlos Escaleras, un área protegida.

Las comunidades de Guapinol y el Sector San Pedro se organizaron para protestar contra el proyecto minero porque temían que la minería contaminara los ríos y fuentes de agua vitales para su subsistencia. Los ríos Guapinol y San Pedro eran especialmente importantes para la comunidad. En 2018, establecieron un campamento en defensa del agua y la vida cerca del sitio del proyecto minero para bloquear las operaciones y atraer la atención sobre sus preocupaciones. Las protestas pacíficas fueron respondidas con represión violenta por parte de las fuerzas de seguridad del Estado y la empresa minera. Varios líderes comunitarios y defensores del medio ambiente fueron detenidos y acusados de diversos delitos, incluidos daños a la propiedad, incendio y privación injusta de la libertad. Ocho defensores del medio ambiente de Guapinol fueron encarcelados preventivamente durante más de dos años, hecho que subraya el problema de la criminalización de activistas de derechos humanos y ambientales en Honduras. En febrero de 2022, después de años de detención y de una fuerte presión nacional e internacional, fueron liberados.

Este megaproyecto, que favorece a una familia que históricamente ha saqueado y despojado a la ciudadanía del Valle del Aguán (el matrimonio formado por Ana Facusse y Lenir Pérez), tiene más piezas que la concesión minera, por eso lo denominan el monstruo de las múltiples cabezas. Ese mineral se traslada a una fábrica de peletizado de hierro, que se construyó dentro del Parque Nacional y que también es de su propiedad. Y, desde 2023, están en un proceso de promoción de una planta termoeléctrica a base de coque, un residuo de petroleo altamente contaminante que no está regulado en el país, para poder abastecer esa fábrica de peletizado de energía. Para que la termoeléctrica pueda funcionar, necesitan de tres concesiones de agua (Río Guapinol, Río San Pedro, Quebrada La Ceibita), dejando sin ella a las comunidades. Un plan maestro en el que unos pocos se enriquecen a costa de la biodiversidad, de las vidas de la población, el despojo y el desplazamiento forzado de las familias.

Aceite manchado de sangre

Palma africana

Tras adentramos en la defensa ambiental que enfrenta Honduras con el caso Guapinol, es crucial abordar una segunda amenaza que se cierne sobre el país: el acaparamiento de tierras en muy pocas manos y la implantación de monocultivos.

En nuestro viaje al departamento de Colón, las plantaciones de palma africana nos acompañaron todo el trayecto. Se trata de un monocultivo que se ha apoderado de la región, trastocando la cultura alimenticia hondureña. Estas plantaciones consumen mucho agua y dejan la tierra baldía tras su tala (deben pasar unos 5 años para que se recupere). Su fruto se usa para producir aceite de palma, manteca e incluso cosméticos.

Ese aceite de palma que usamos, está además manchado de sangre debido al acaparamiento de tierras por parte de las oligarquías. En 1974, la ley de reforma agraria reparte las tierras entre los campesinos (las mujeres no fueron beneficiarias de esa reforma). Sin embargo en 1992, con la ley de modernización agrícola, se despoja a las cooperativas de las tierras. El campesinado es obligado a vender (en algunos casos bajo engaño y falsas promesas y en otros, tras amenazas y asesinatos). Pero el plan perfecto por parte de esas oligarquías había comenzado años antes de esa reforma y de despojarles de sus tierras, pues les habían convencido para plantar la palma y que así asumieran los 5 años que tarda en crecer, y por tanto, no tener producción durante ese tiempo. Una vez ya expandida por el territorio, es cuando usurpan sus tierras. Por eso dicen que es un cultivo impuesto.

Pero las cooperativas resisten. Están en la lucha de recuperar sus tierras, de diversificar el cultivo más allá de la palma, poniendo sus cuerpos y vidas en ello, pues siguen en permanente amenaza, criminalización y persecución. Más de 200 líderes y lideresas han sido asesinadas en el Aguán.

Acuerpar es también sanar

Defensoras

Muchas de las defensoras de nuestra casa común son mujeres, mayoritariamente indígenas que, además de los asesinatos, sufren otras muchas formas de violencia. Son perseguidas, discriminadas, maltratadas y violentadas física y psicológicamente.

Vuelvo de nuevo a la importancia de la lucha colectiva de ese acuerpamiento para poder plantar cara a estos monstruos con muchas cabezas en gobiernos, instituciones, empresas, comunidades… Pero me quedo además con otra parte del concepto que recoge la periodista y escritora del libro “Mexicanas en Pie de Lucha”, Daniela Rea:

“Acuerpar es convertir el abrazo en palabra, es hacer comunidad con otras lo que involucra procesos de cuidado y acompañamiento (…) se pone el cuerpo para caminar con otras, para trabajar con otras, para resistir.”

Porque acuerpar es también sanar y poner los cuidados en el centro. En la memoria de las que han caído, en el abrazo solidario de las que permanecen, y en el coraje de las que se alzan, encontraremos la energía para seguir adelante y acuerparnos, aunque sea en la distancia. ¡Resistan!

Lorena Fernández Álvarez (@loretahur)

Ingeniera salsera. Actualmente, directora de comunicación digital de la Universidad de Deusto. Miembro del grupo experto de la Comisión Europea Gendered Innovations para analizar el impacto de no incorporar la perspectiva de género en la Inteligencia Artificial. Colabora en el programa de radio “Hoy por Hoy Bilbao” de la Cadena SER desde 2009 con una sección sobre nuevas tecnologías. Además, es jurado del premio Ada Byron a la mujer tecnóloga y mentora del proyecto Inspira STEAM, un proyecto que busca el fomento de la vocación científico-tecnológica entre las niñas. Ha creado junto a Pablo Garaizar e Iñigo Maestro el juego de mesa Nobel Run.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *