Durante una semana, Alboan y Entreculturas han hecho posible un viaje de comunicadoras de Euskadi a Kivu Sur (RD Congo), para encontrarnos con agentes de transformación locales y conocer de primera mano la mirada de mujeres desplazadas forzosas, supervivientes de la violencia directa (física, sexual, psicológica), cultural (intrafamiliar, social, estatal) y estructural (conflictos armados). Toda una espiral de violencias que se superponen en origen, tránsito y destino a lo largo y ancho del espacio y del tiempo. Y donde el cuerpo de las mujeres se ha convertido en campo de batalla. Se viola y mata por poder, porque el terror es negocio: lo genera y lo amplía. Pero, como en otras partes del mundo, hay personas que, cuando todo se derrumba a su alrededor, tienen el valor de desafiar al sistema establecido y cambiarlo. Ellas han sido nuestras anfitrionas.
La Asociación de Mujeres de los Medios de Comunicación AFEM (Association des Femmes des Médias) es una organización sin ánimo de lucro, formada principalmente por mujeres congoleñas, cuya misión es promover los derechos de las mujeres, niñas y niños, trabajar por garantizar la igualdad de género y la construcción y consolidación de la paz a través de los medios de comunicación.
AFEM nace en 2003 para romper el silencio de las mujeres en un contexto en el que, según un estudio de 2011, cerca de 1,69 a 1,80 millones de mujeres reportaron haber sido violadas a lo largo de su vida —entre 407.397 y 433.785 mujeres admitieron haberlo sido en los últimos 12 meses— y aproximadamente casi 3,37 millones de mujeres declararon haber experimentado violencia sexual con sus parejas. Todo esto aparece en los datos censados, es decir: son la punta de un iceberg más profundo, porque estas violencias no suelen ser denunciadas ni comunicadas para escapar de la deshonra, ya que se sigue culpabilizando a las mujeres de sus agresiones. Tal era el silencio en RD Congo, que la palabra violación no existía en ninguna de sus lenguas (la tuvieron que importar de Tanzania).
“Hubo silencios o sobresaltos en algunos diálogos que hablaron más que palabras”.
Informe Mujeres en marcha.
El enfoque del trabajo de AFEM es comunitario: crean puntos de información (personas de referencia que han sido formadas) distribuidos en las diferentes comunidades, y ellas son sus ojos y oídos en terreno. Por ello, tienen organizados diferentes clubs de escucha comunitaria, tanto urbanos como rurales, talleres de denuncia y encuentros participativos con los principales grupos de interés de cada comunidad. También trabajan en las comunidades la promoción de la equidad de género y realizan ejercicios de escucha activa sobre las necesidades, demandas y preocupaciones de las mujeres. De estos clubes surge en 2016 su principal instrumento para la incidencia y difusión: Mama Radio.
Femme au Fone
Uno de esos proyectos de AFEM para romper el silencio es Femme au Fone (FaF, “Mujeres al teléfono” en francés), un sistema de alerta comunitaria en el que, a través de mensajes SMS, las mujeres pueden denunciar, visibilizar o alertar de una situación de potencial peligro. Una forma muy sencilla de usar las tecnologías que les son más accesibles, para que las mujeres participen sin intermediación en la construcción de su propia seguridad, actuando desde la capacidad de acción sobre sus propias vidas.
FaF es una evolución Kivufoon, un proyecto original de la Fundación WorldCom-LolaMora Producciones (WCLM) y Radio Maendeleo, emisora comunitaria de cobertura regional situada en Bukavu. Como en el resto de los espacios públicos, también aquí las mujeres estaban muy poco representadas en los grupos que mandaban datos a través de SMS, y para atacar este silencio, AFEM entra en el proyecto, junto con la red de organizaciones de mujeres en Norte y Sur de Kivu, Sinergia de mujeres por la Paz y la Reconciliación (SPR).
A partir de aquí, ellas lideran el proceso, son suyas las voces y las capacidades.
El sistema FaF es sencillo y eficiente. Tienen un módem pull de tarjetas SIM con tres compañías diferentes (Airtel, Orange y Vodafone) que se conecta a un ordenador, que hace las veces de móvil para recibir esos mensajes, y adicionalmente, también puede mandarlos. En ese ordenador hay un servicio web que recoge las 24 horas las alertas, las registra, almacena y clasifica automáticamente por palabras clave. Luego, un equipo las procesa y arranca la verificación. Hay un equipo de seguimiento de alerta que llama a la fuente, a personas cercanas, al hospital si se denuncia un ingreso, a la policía, la sociedad civil…
Los números se difunden por las comunidades y a través de Mama Radio para que cualquiera pueda escribir. Si no tienen recursos o no saben usar un teléfono móvil, se envían créditos de teléfono a la persona de referencia de la comunidad o club de escucha, para que ella misma envíe los mensajes. Estas lideresas locales han sido formadas previamente, por ejemplo, para borrar un mensaje tras enviarlo y evitar así que deje rastro.
Se reciben unos 20 o 30 mensajes al día. Las alertas más frecuentes en los últimos meses son: acusaciones de brujería (las mujeres están siendo quemadas por ello), violencia sexual, doméstica y económica, embarazos precoces, abandonos familiares de hombres, no acceso de las mujeres a la herencia, inseguridad ligada al conflicto o pobreza feminizada. Fuimos testigos de ello: mientras nos mostraban el proyecto, se recibió el mensaje de una niña de 16 años violada por su padre.
Cuando se reciben muchos mensajes de un mismo tipo en una zona concreta, el equipo de proyecto se desplaza a terreno para hacer diálogos comunitarios e interpelar a las autoridades locales, para mediar. El material recibido a través de FaF se traslada a Mama Radio, y es la base de programas que buscan hacer incidencia, sensibilizar y dar voz a las preocupaciones y propuestas de las mujeres. Se cierra así el circulo: escuchar, entender, difundir y sensibilizar, a través de temas de debate que, sin esta herramienta, no formarían parte de la agenda social. En las zonas donde la radio no tiene cobertura, esta concienciación se realiza a través de SMS. Es “curioso” cómo la mayoría de los mensajes que se reciben como alerta provienen de mujeres, mientras que la mayoría que se reciben como reacción al programa de radio es de hombres. Por ahora, el alcance geográfico es Kivu Sur, pero tienen como reto ampliarlo a Kivu Norte y Kivu Este.
Mujeres protagonistas de su destino
Estas mujeres llevan el peso de la sociedad congoleña sobre sus espaldas. De manera literal, cuando transportan a sus hijas e hijos o pesadas cargas de ladrillos, agua, leña… pero también de manera figurada, porque en sus cuerpos se despliegan todas las violencias. Y, sin embargo, ellas insisten y nosotras confirmamos: avanzan a paso firme, lento pero constante, para transformar la realidad. No hay marcha atrás: tienen voz y tienen quien les escuche. Empiezan a ser, por fin, protagonistas de su destino.
Va a resultar que en tiempos oscuros como los actuales, este tipo de iniciativas nos reconcilian con el sentido de humanidad. Anda que no hay trabajo para dignificar el sentido de ser mujer allá en la África profunda…