«Ser transparentes» es la nueva frase de moda de las organizaciones y las personas. Otra más en la lista que se ha pervertido y se ha hecho hueca. Ejemplos además como los de WikiLeaks llenan la boca de muchos/as. Sin embargo, cada día lo tengo más claro: tan importante es ser transparentes como contextualizar esa transparencia. Como decía en el título del post, yo te puedo estar enseñando parte de mi cuerpo, pero si no te muestro lo que rodea a esa parte, puedes pensar que es un codo o la parte en la que la espalda pierde su casto nombre.
¿De qué me vale conocer cifras puras sin saber otros detalles que dan sentido a esas cifras? ¿De qué me vale que no me mientas si no me dices toda la verdad? ¿De qué me vale leer cables diplomáticos si tras esos cables hay personas que han establecido relaciones con otras personas mediatizadas por los sentimientos primarios del ser humano?
Vale… Paremos un poco. Es importante conocer estos datos. Pero tengo la sensación de que en ocasiones esa transparencia está sobre-valorada y puede volverse hasta peligrosa. Peligrosa porque, al no venir acompañada del contexto, otros serán los que apliquen el suyo, lo «paqueticen» y nos lo vendan.
Así que, señores y señoras, no me vendan gato por liebre. O mejor dicho, culo por codo.
Imagen de Frederic della Faille (CC by-nc)
Quizás dependa también de lo que nosotros vendamos o ¿será criterios distintos los que pedimos en un caso pra los otros y lo que cada uno mostramos?
Comparto tu preocupación por los abusos de la palabra «transparencia». En especial por los temas éticos que se derivan de su exceso (privacidad/confidencialidad) o defecto (ocultación de datos).
Creo que tener los «datos puros» (y no sesgados) es acceder a la fuente primaria. Sin esos datos, sólo queda lo «paquetizado», que es lo que hay casi siempre.
El cuello de botella (por lo que yo he visto) está en los conocimientos para trazar la línea entre los datos abiertos y la transparencia: procesarlos, plantear las preguntas y responderlas adecuados y (totalmente de acuerdo contigo) contextualizar/contrastar.
Sin embargo, suponiendo que alguien es capaz o aprende lo anterior: también está paquetizando, aunque sea para sí mismo, ¿no?
Por eso creo que la cuestión es ser capaz de contrastar lo paquetizado. Si la mayoría seguirá acudiendo a la versión paquetizada, la diferencia está en dar medios a los que prefieren la otra opción, ¿no?
Todo eso sin pecar de ingenuidad (y ahí vuelvo a coincidir contigo): la apertura de datos tiene que seguir un propósito que le dé contexto. Porque no se trata que todos tengamos nuestros datos privados en abierto y con el c…odo al aire.
Felicidades por el blog, lo sigo desde hace tiempo :-).
Yo no creo en la perversión de las palabras, creo que ante cualquier declaración de intenciones (transparencia, innovación, etc.) debemos valorar lo que hay detrás. Las palabras no son un sello de garantía y creo injusto pedirles tal cosa.
Debido a un uso no legítimo de la palabra no creo que haya que apedrear al concepto que enuncia.
@txetxu: te respondo con una frase de Paul Geraldy: «Seducimos valiéndonos de mentiras y pretendemos ser amados por nosotros mismos». Pero la transparencia personal creo que se explica estupendamente con la Ventana de JoHari 😉
@mario: hoy parece que tengo el día de citas, pero es que ésta de Wilson también me viene que ni pintada: «Nos estamos ahogando en información, mientras que nos morimos por falta de sabiduría. En lo venidero el mundo estará gobernado por sintetizadores, personas capaces de reunir la información adecuada en el momento adecuado, pensar de forma crítica sobre ella y realizar de manera sabia importantes elecciones.». Para mí no es lo mismo la paquetización que te pueda hacer un medio, por ejemplo, donde entrarán muchos factores subjetivos, que la que te puedas hacer tú personalmente, que también será tremendamente subjetiva pero dónde el criterio lo marcas tú (y serás tú el que te engañes a ti mismo o intentes ser franco con tus convicciones). Muchísimas gracias por comentar. Se agradecen un montón opiniones frescas.
@dsanchezbote: yo tampoco creo en la perversión de las palabras. Creo en la perversión de las personas que desgastan palabras. «Vamos a ser transparentes», «lo importante es la persona», «innovemos sin parar»: vacuidad en dosis incontrolables. Y ojo, que a mí el concepto de transparencia me sigue cojeando si no va acompañada del significado que le añade el concepto de contexto (independientemente del mal uso que hagan luego otras personas).
Estoy de acuerdo con tu matiz y me ha gustado la cita, me la apunto (también lo de la ventana de Johari, que no conocía).
Sobre el contexto, y su relación con la sabiduría, creo que el contexto se lo crea uno mismo a partir de lo que quiere aprender. No dependes de la buena voluntad de los que quieren ser-transparentes-porque-es-la-moda para encontrar ese contexto.
Otros preferirán la paquetización, pero si no es tu caso, sólo me queda darte ánimos con tu búsqueda personal de la transparencia. Seguiré tus avances con interés ;-).