Artículo publicado en la Revista Deusto Nº 110 (primavera 2011)
Pudiera parecer una contradicción hablar hoy en día de los personajes anónimos en Internet. Más cuando la extimidad se ha hecho dueña y señora de la Red de Redes y de la sociedad en general. Una sociedad donde se nos empuja a ser triunfadores con nombre y apellidos. A quemar cuanto antes nuestros 15 minutos de fama. Hasta los movimientos que mejor debieran representar la descentralización de focos, tienen una cabeza visible, como es el caso de Julian Assange y WikiLeaks.
Sin embargo, existen personas que aún se mueven bajo el anonimato en Internet. Es el caso de un grupo de ciberactivistas que se ha hecho popular no sólo en la Red, sino fuera de ella: Anonymous. Bajo este nombre encontramos a miles de usuarios que, en ocasiones entran a formar parte de este movimiento y en otras no, para organizarse por una causa concreta. Tal y como los definió el periodista Chris Landers: “son como una bandada de aves que viajan en la misma dirección. En un momento dado, más aves podrían unirse, irse o cambiar completamente de rumbo”. Por tanto, una característica distintiva de este grupo es la coordinación puntual surgida a partir de la descentralización a lo largo y ancho del planeta. No tienen una sede central ni un organigrama. No tienen líderes ni responden a una ideología política. Simplemente se “reúnen” en foros, redes sociales, canales de IRC y demás rincones virtuales como 4Chan, Futaba Channel, Whyweprotest, … Allí deciden cuál será la próxima acción a desarrollar y los métodos seleccionados. Su ideario responde a dos grandes causas: acabar con la corrupción en los Gobiernos y/u otras estructuras de poder y la defensa incondicional de la libertad en Internet.
Aunque llevan mucho tiempo actuando, sus movimientos han logrado un considerable eco mediático a raíz del caso WikiLeaks y su “Operación Payback”, donde se auto-proclamaron vengadores de la plataforma y comenzaron notorios ataques de denegación de servicio a todas aquellas empresas que dieron la espalda a la organización, como fue el caso de Paypal, MasterCard, Amazon, … Pusieron a disposición de todo aquel que quisiera el software denominado LOIC (Low Orbit Ion Cannon), que permite ceder el control de los ordenadores al grupo, haciendo peticiones masivas a esas páginas de forma coordinada y logrando así mantenerlas sin servicio durante horas. Otros objetivos han sido las webs de las gestoras de derechos de autor como la SGAE, gobiernos totalitarios como el de Túnez, la Iglesia de la Cienciología, la ley Sinde, … Y no sólo tienen presencia en la Red. También actúan en movilizaciones a pie de calle, repartiendo folletos o haciendo pintadas.
Funcionan bajo el lema “El conocimiento es libre. Somos Anónimos. Somos Legión. No perdonamos. No olvidamos. ¡Esperadnos!” y con la ya archiconocida máscara del protagonista de la película «V de Vendetta» como símbolo. Es curioso como tras el estreno de esa cinta, muchos de los que festejaban el 5 de noviembre, día la pólvora, la muerte del traidor Guy Fawkes (personaje que inspira al protagonista), pasaron a celebrar tal día como el del asesinato de un héroe…
Esta misma disyuntiva se nos presenta con Anonymous: ¿hablamos de héroes o villanos? ¿inteligencia colectiva o borreguismo? ¿organización o (des)organización? Y es que aunque no haya líderes ni portavoces, siempre nos quedará la duda de quién planta la semilla inicial que termina en un consenso espontáneo (o no tanto…). Se habla del poder de la inteligencia colectiva, del grupo (aunque en este caso sea totalmente volátil), de que lo importante es lo que se dice y no tanto quién lo dice. Sin embargo, muchos usuarios pecan más de borreguismo que de otra cosa. Se suman a causas sin informarse de las mismas y a acciones delictivas, como son los ataques de denegación de servicio, prestando sus ordenadores para ello y sin que alguien les cuente que hacerlo desde su dirección IP es como dejarse olvidado del DNI en la escena del crimen. Por tanto, si van a ser anónimos (un derecho, que esperemos jamás se nos arrebate de Internet), háganlo con conocimiento de causa.
Imagen de Stian Eikeland (CC by-nc-sa)
Los ideales de Anonymous los asume cualquier hijo de vecino de Internet pero como bien dices,
«Y es que aunque no haya líderes ni portavoces, siempre nos quedará la duda de quién planta la semilla inicial que termina en un consenso espontáneo (o no tanto…)»
Hay otros anónimos que va por libre y sin hacer mucho ruido. Me quedo con la influencia positiva en pequeñas comunidades.
@lula: al hilo de tu comentario sobre la influencia positiva en pequeñas comunidades, supongo que la habrás visto, pero por si las moscas, te paso el enlace a la entrevista que hizo Punset a James Fowler «El poder de las redes sociales». Habla de la influencia que hay de hasta tres saltos.
Yo creo que internet y muchos de los que crecieron con ella y en ella estan llegando a la madurez mas o menos al mismo tiempo. Mucha de esta gente esta empenzado a romper ciertas barreras y dogmas: uno de ellos es el de lo politicamente correcto (cada vez conozco a mas gente de mi edad (31) que tiene ideas muy «incorrectas» sobre la mujer, o sobre la democracia). Tambien está cayendo el mito de la superioridad de lo anglosajón, cosa de la que me alegro sobremanera. Yo creo que estos fenomenos vienen dados por la suma de dos factores: experiencia personal + aumento de la conciencia global (aqui Internet tiene un papel fundamental). Entre la gente algo mas joven (los que terminan la secundaria ahora) veo extendidos un idealismo poco elaborado, ateismo militante, preferencia por la izquierda, optimismo técnologico desmesurado (pero menos curiosidad por la tecnológia). Yo creo que Anonymous se nutre mucho de gente como ellos; pero no solo Anonymous, si no tambén las redes sociales y ahi los que mandan andan entre los 20 y los 30 y pico en muchos casos. Lo que me pregunto es si nuestra «generación» (o la parte de ella que esta en la elite de internet) va a aprovecharse de la inocencia de los que vienen por detrás para sus propios fines (ahora el ‘big deal’ ya no es ganar dinero -que también- si no el reconocimiento, la notoriedad y el poder -somos una generación de narcisitas irremediables-). A mi de momento me parece que sí, que vamos por ahí.
@iscariot: comparto contigo la inquietud que me genera la pérdida de curiosidad por la tecnología que se está produciendo en la sociedad. Cada vez nos hacemos menos preguntas de por qué las cosas funcionan como funcionan (aunque no lo achaco a un tema de edad, los hay que peinan canas y están en la misma situación ;-)). Para mí esto es clave: el poder ya no está en la información sino en lo crítico y analítico que puedes ser con ella. Como ya contaba en la entrada anterior, la transparencia, sin contexto, no sirve de mucho.