Enciendan sus focos y cámaras. Hay un desastre que cubrir y no hay tiempo que perder. Hoy toca Haití. Mañana será otro lugar. Y sus habitantes volverán a la rutina en la que llevaban ya mucho tiempo sumidos: la rutina de la pobreza, el hambre, la falta de recursos, …
Y mientras tanto, nosotros de espectadores de lujo, con el espíritu ya anestesiado ante todo tipo de sucesos. Yo la primera, que no he sido consciente de la magnitud del suceso y de la situación anterior hasta que no me he apartado de los medios y he escuchado la narración en primera persona de gente que ha colaborado con ese país. Gente que tiene una historia con nombres y apellidos.
Eso es lo que sucedió el lunes cuando en la Universidad escuchamos el testimonio emocionado de Karmele Villarroel y Pablo Encinas, colaboradores de la ONG Lanbí, que trabajaba en Haití mucho antes del terrible suceso, porque este terremoto sólo ha destapado la punta de un iceberg. Y ya no sólo son las desgracias ocurridas estos días, sino ver cómo el trabajo de años anteriores, cuando poner en marcha un colegio en Arregy había sido todo un logro, cayó por tierra en tan sólo unos segundos y junto a él la mayoría de los niños que lo llenaban.
Las réplicas aún se suceden. Puerto Príncipe, que es lo que vemos desde nuestros televisores, es la ciudad a donde están llegando las ayudas. Otros lugares como Jacmel y el propio Arregy siguen incomunicados. Y por si esto fuera poco, en un gesto de solidaridad, en la República Dominicana han cerrado la frontera a cal y canto :-(.
Así que toca ponerse la pilas. Recaudar dinero, pero no sólo para ayudar ahora sino para ayudar en el futuro. Porque las cámaras se irán de allí en unas semanas, nosotros seguiremos con nuestro día a día olvidando de nuevo dónde está Haití en el mapa y sin embargo, sus habitantes seguirán ahí, con lo justo para subsistir. Desde la Universidad vamos a lanzar una serie de iniciativas para concienciar, sensibilizar y recaudar. Estamos haciendo una tormenta de ideas aquí y toda sugerencia será más que bienvenida.
Por cierto, me parece de auténtica vergüenza que algunos no se quiten los colmillos ni ante las catástrofes: algunos bancos cobran comisiones en los donativos 😕
Lorena: amén a lo escrito; pero al mismo tiempo me quedo con la sensación y el ‘mal gusto’ que cada vez aumenta más de una cierta ‘falsedad’ en todo este discurso de las ‘redes sociales’ que se muestran cada vez más paralizantes ante la VIDA REAL y sobre todo ante la respuesta comprometida ante el sufrimiento de los otros.
Enfin…. seguiré meláncolico
Y tantas otras cosas que me parecen terribles, Lore, como las informaciones que dicen que los equipos de rescate se han centrado como prioridad en los sitios donde hubiera más posibilidad de que se encontraran extranjeros (universidades, hoteles, etc.)…
Al margen de este desastre, debemos de tomar conciencia de que todos somos culpables de esta situación. No sólo por la omisión de ayuda, que es lo de menos, sino porque nuestro nivel de vida se sustenta en el hecho de que haya países pobres para proporcionarnos materia de prima y mano de obra barata. Mientras que no lo tengamos claro y exijamos medidas a nuestros gobiernos a este respecto, aún siendo conscientes de que eso nos hará vivir con menos caprichos, la situación no puede cambiar. Y si no lo hemos hecho en estos pasados años de vacas gordas no lo vamos a hacer ahora en tiempos de crisis…
No se qué es peor: si el anestesismo generalizado ante estas catástrofes (huracan Mitchell, maremoto Indonesia o el terremoto que nos ocupa), el que parece que alguien siempre sale beneficiado (la viñeta de Forges es aterradoramente cruda y revuelca conciencias) o que los mass-media nos estén bombardeando hasta la saturación continuamente con imágenes de la desolación. En mi caso, la opción de los medios de comunicación está consiguiendo que cambie de canal. Porque una cosa es informar. Y otra recrearse.
@txetxu: ¿redes sociales paralizantes? A mí me paralizan más los medios de comunicación, las personas que ponen excusas para hacer donaciones, … Las redes sociales son un espacio más de comunicación, como lo son los bares o las plazas. A nosotros, por ejemplo, nos están sirviendo para coordinarnos en busca de ideas. Detrás de las redes hay personas. Igual lo que nos debería preocupar es la frialdad de esas personas…
@josemaria: triste pero cierto 🙁
@may: los bancos sacan tajada… pero más tajada sacan los medios de comunicación con información llenando columnas, minutos de televisión y minutos de radio. Como tú bien dices recrearse es muy diferente de informar.
Yo he detectado algo terrible entre los de mi profesión: la caza del testimonio lacrimógeno. Todos a por una monjita, un oenegero, un familiar de un desaparecido…
Pero el domingo, como el día anterior ganaron la Real y el Athletic, nuestros periódicos ya no tenían ojos para aquello. Y recalco «nuestros», porque aunque también habían ugado Barça y Madrid, en los de allí sí hubo sitio para Haití.
Según nos informan desde República Dominicana, parece que lo del cierre de las fronteras es una mentira… no sé orquestada por quién (mi nivel de conocimiento me impide afinar mi nivel de conspiranoia ;-)).