Últimamente os estoy martirizando con mis historias de abuela cibercebolleta pero el domingo, en vez de irme al futuro, volví de nuevo a la infancia. Los culpables de todo esto: un grupo de artistas callejeros de Quebec que un buen día, allá por 1984, decidieron organizarse, abandonar esas calles y montar un gran chapiteau bajo el que se guarecería el mundialmente conocido Cirque du Soleil (o circo del sol).
Era el último día de la función Varekai en Bilbao (lo de apurar hasta el último minuto, me pasaba de pequeña y me sigue ocurriendo de más grandecita…). No es un circo al uso: no tiene ni domadores ni elefantes. En éste se narran relatos épicos junto a pinceladas de humor. Son historias que consiguen sacarte el «eso no es posible» para descubrir más tarde que sí que lo era (aunque sus cuerpos rocen lo extraordinario). Se cuida todo: la música, el vestuario, el maquillaje, la puesta en escena, … Nada se improvisa. Todo está medido hasta el último milímetro.
La palabra varekai significa «donde quiera» en el lenguaje romaní de los gitanos, los eternos nómadas. Así es el mundo de estos artistas: viven atípicamente, sin un lugar fijo y con un entrenamiento y disciplina férreos. Desde pequeños van con el circo y el circo va con ellos. No tienen ese sentimiento de propiedad que se apodera de nosotros normalmente y que nos hace necesitar de cosas materiales (una casa, un coche, …) para sentirnos seguros y arraigados.
Ese día recordé por qué trabajo: para poder pagar este tipo de cosas. Los efectos materiales están bien, pero cada día me queda más claro que prefiero las experiencias. Los primeros es difícil tenerlos siempre a mano y van acumulando polvo en nuestros armarios, trasteros, … Sin embargo, las segundas van siempre con nosotros (a no ser que un terrible monstruo llamado Alzheimer se las lleve).
Con cada experiencia pasa algo curioso: es intangible, pero no es digitalizable. Es ‘líquida’ no se puede asir, pero, al mismo tiempo está ‘corporeizada’ en uno mismo. Es meta digital y al mismo tiempo cotidiana…
Yo también me quedo con ellas y con las personas que suelen estar detrás de o en la propia experiencia en muchas ocasiones.
Como vives las experiencias actuales por eso puede ser ‘abuela cibercebolleta’
En realidad, el bosque fantástico es donde cae Ícaro después de que se le quemen las alas. Y el primer número… espectacular.
No puedo evitarlo, el circo del sol tiene un efecto demasiado poderoso sobre mí.
Yo estuve hace un par de semanas… magia artística en estado puro 🙂
Con respecto a las experiencias, hay otra cosa muy buena: además de la experiencia «per se», se suman tus impresiones, tus experiencias pasadas y tu estado en el momento de disfrutar, lo que hace que la experiencia sea propia, única y maravillosa y que, aunque otra persona haya estado en el mismo sitio, podáis compartir la experiencia descubriendo cosas nuevas 🙂
experiencias, amigos, conocimiento, sentimientos
para qué pelear por el dinero cuando se pueden tener esas riquezas 🙂
Yo también me quedo con las experiencias pero… siento aguaros la fiesta, la expericienas, de momento, no me están dando de comer (tan sólo la laboral). Muchas experiencias son muy caras de conseguir, económicamente hablando, por ejemplo, el circo del sol.
Del espectáculo Varekai, me quedo con el de los dos chicos que hacen su núemro colgados del techo y balanceándose. Increible como se agarraban y hacían figuras despues de volver de un balanceo.
No dejes de deleitarnos con la abuela cibercebolleta, me encantan!!! 😀
Sin duda alguna lo material pasa a ser rutinario. Las experiencias vividas, diferentes, son las que nos aportan algo como personas. Tener una casa, un coche… bueno, llega a formar parte de una base que damos por supuesta. Son las pequeñas cosas en la vida, las casualidades, los eventos especiales… las que hacen que merezca la pena vivirla! 😀
@sagudino: estás mezclando dos cosas bien diferenciadas. La primera se trata de la forma en que tú obtienes dinero para poder subsistir y la segunda, qué hacer luego con ese dinero: comprar cosas, pagar experiencias, … Y no todas las experiencias requieren de dinero. En este caso, el Circo del Sol sí lo requiere, y si te soy sincera, en mi opinión vale mucho más de lo que cuesta 😀