Del escondite inglés a las cuatro esquinas

Artículo publicado en la Revista Deusto Nº 108 (otoño 2010)


¿Dónde quedaron los años en los que nos escondíamos por mero placer o juego? Eso nos preguntamos algunas viendo lo que ahora se estila: mostrar en todo momento cuál es nuestra ubicación y qué hacemos. Una necesidad imperante de reafirmarnos haciendo públicas nuestras experiencias y diciendo aquello de “yo he estado aquí, yo he vivido esto”.

Así que no es de extrañar el éxito que están teniendo redes sociales como Foursquare en Estados Unidos. Éxito que se replica poco a poco por otras latitudes más cercanas. Esta plataforma junta dos de las tendencias en boga de la web: el poder de la ubicuidad que confieren los terminales móviles y el cultivo de la extimidad mediante la geolocalización, marcando nuestra situación física vía GPS. El invento busca que los usuarios dejen constancia de los sitios por los que transitan, añadiendo información de valor sobre estos para que sus contactos puedan informarse con posterioridad si se pasan por allí. Pongamos un ejemplo práctico: visitamos un bar nuevo en el que hacen unos batidos increíbles. Mientras disfrutamos de la bebida, sacamos nuestro teléfono móvil con GPS, nos conectamos a Foursquare y hacemos un “check-in” del sitio. De esta forma, nuestros amigos sabrán que hemos estado allí y que además hay unos batidos estupendos. Ahora bien, no siempre funciona como un instrumento de recomendación, sino más bien como una forma de simplemente comunicar dónde nos encontramos.

La idea no es nueva. De hecho, una de las primeras redes sociales virtuales que nacieron allá por el 2000, Dodgeball, ya buscaba eso. En el proyecto estaba implicado uno de los creadores de Foursquare: Dennis Crowley. Incluso el magnate de la Red, Google, vio su éxito y la compró en el 2005, convirtiéndola posteriormente en su servicio Latitude. Pero Foursquare ha encontrado la gallina de los huevos de oro: agregarle a todo esto el componente del juego. Cada vez que se marca un sitio, se ganan puntos e incluso medallas, pudiendo llegar a ser los “alcaldes virtuales” de un espacio si hemos pasado muchas veces por allí. Así pues, nuestro instinto competitivo se une al del exhibicionismo para encumbrar a la plataforma.

Como puntos fuertes destacan la variedad de aplicaciones existentes para interactuar desde nuestros terminales móviles, sea cual sea la marca y modelo (incluyendo la posibilidad de añadir información con un simple SMS) y que se integra con nuestras cuentas en Twitter y Facebook, mandando a éstas actualizaciones cada vez que introducimos un punto en Foursquare. De hecho, estas dos redes sociales también le han visto las ventajas a la geolocalización y la incluyen como servicio. Twitter ya localiza los mensajes de sus usuarios y Facebook lo tiene programado en sus próximos desarrollos. Sin embargo, su talón de Aquiles reside en la necesidad del uso de un terminal de última generación con su cara conexión de datos para interactuar con la plataforma. Algo que no está aún muy extendido aquí.

¿Y dónde está el modelo de negocio de esta red social? Aquí es muy claro: en los establecimientos y locales comerciales. Foursquare les ofrece estadísticas como el ratio de hombres y mujeres que les visitan, a qué horas, información en tiempo real sobre las personas que están allí, … Y también les da la posibilidad de lanzar campañas personalizadas. Empresas como Starbucks ofertan descuentos a los usuarios de Foursquare que se pasen asiduamente por sus cafeterías.

Sin embargo, también hay quien se mofa de esta nueva moda. Y si no que se lo digan a los creadores de la web Please Rob Me (Por favor, róbame), que muestra un listado de todas las casas que están vacías porque sus dueños así lo explicitan a través de las redes sociales.

A medio camino entre lo absurdo y lo útil, veremos si los usuarios terminamos adueñándonos de la herramienta para que sea más lo segundo. Porque el problema no está en la tecnología, sino en el uso que nosotros le damos.

Imagen de Dawn M. Armfield (CC by-nc)

Lorena Fernández Álvarez (@loretahur)

Ingeniera salsera. Actualmente, directora de comunicación digital de la Universidad de Deusto. Miembro del grupo experto de la Comisión Europea Gendered Innovations para analizar el impacto de no incorporar la perspectiva de género en la Inteligencia Artificial. Colabora en el programa de radio “Hoy por Hoy Bilbao” de la Cadena SER desde 2009 con una sección sobre nuevas tecnologías. Además, es jurado del premio Ada Byron a la mujer tecnóloga y mentora del proyecto Inspira STEAM, un proyecto que busca el fomento de la vocación científico-tecnológica entre las niñas. Ha creado junto a Pablo Garaizar e Iñigo Maestro el juego de mesa Nobel Run.

13 thoughts on “Del escondite inglés a las cuatro esquinas

  1. No termino de pillarle el punto a 4sq… no le encuentro gracia (o utilidad) a eso de chequear continuamente los sitios en los que estoy e ir echando a . Quizás es que mi localización exacta es uno de los pocos datos que no quiero revelar publicamente por miedo. No a nada en concreto, pero es que al final, no sabes quien está mirando la nube ni con qué finalidad. Y hombre. Una cosa es que un desconocido se lo curre para rastrearte y encontrarte, y otra muy diferente poner la alfombra roja. Vamos, que igual soy yo y que me gusta la ciencia ficción, pero facilidades las justas.

  2. Vaya, es lo que tiene despistarse un momento… la frase es que no le encuentro gracia (o utilidad) a eso de chequear continuamente los sitios en los que estoy e ir echando a otros de la posición de privilegio que pudieran tener. Y más, cuando utilizas otro servicio como Twitter para anunciarlo a bombo y platillo (que igual no).

  3. @guillermo: a ver si vas a estar en la lista negra… 😉

    @may: un uso responsable de la aplicación sería la de dejar comentarios de los espacios que pudieran ser de interés para otras personas que se pasen después, en plan: «en esta calle están los mejores graffitis que he visto en mi vida» o «no os podéis perder los champis que ponen en este bar ;-)». Luego vienen los usuarios reales y hacen un uso totalmente ególatra 😉

    @lorena: acojona, ¿eh? :-S. Lo de las parejas ya lo pronostiqué como Nostradamus ;-P

  4. Todo esto de la privacidad en mi opinión es un tema no solo sujeto a las preferencias personales de cada cual, sino también escalable. Si estás en plan excursionista te puedes permitir decirle al mundo por dónde vas. A veces resulta incluso aconsejable. Si te sucede algo en pleno desierto del Mojave, bueno es que las autoridades, tus familiares y los servicios de rescate sepan cuál es el lugar exacto en que te perdieron la pista.

    Si estás trabajando para tu empresa en una misión comercial delicada, las ventajas se convierten en inconvenientes. Aquí tendrás que desconectarte para que la competencia no sepa lo que haces, pues el único dato de tu itinerario concreto ya supone información valiosa. Consejo: desconecta tu iPhone mientras te trasladas, y conéctalo solo cuando lo necesites. Y por el amor de Dios nada de Blackberrys. Esos chismes siempre están conectados e intercambiando datos a través de un sistema de canales push.

    Si eres un agente secreto ya ni te cuento. Y si eres el Presidente del Gobierno (o de una Comunidad Autónoma), te recomiendo que sigas el ejemplo del antiguo Canciller Federal alemán Helmut Kohl. Cuando quería ponerse en contacto con alguien de du gabinete para un asunto importante no utilizaba el radioteléfono del coche -pues sabía que estaba intervenido por los servicios secretos de la República Democrática Alemana-, sino que mandaba parar al chófer junto a una cabina de teléfono en plena calle.

    Y de este modo llegamos al extremo: a través de un antiguo consejero del BBVA he sabido que el presidente de Telefónica, cada vez que toma parte en una reunión de negocios, no solo apaga el móvil, sino que además le quita la batería y coloca los dos elementos sobre la mesa frente a él, separados el uno del otro. Da que pensar, ¿no?

  5. ¡Qué buenas historias Patxi! ¿Tú no serás espía, verdad 😉 ?

    Por cierto, en el otro extremo debe estar la mujer del director del MI6, John Sawers. Cuando fue nombrado responsable del espionaje exterior británico, su esposa se lo pasaba bomba publicando en Facebook a dónde se iban de vacaciones, quiénes eran sus amigos, etc… 😉

  6. No soy espía pero podría serlo, porque me fascina el lado oculto de la vida. Si no os parezco demasiado pelma, otro día os cuento algo sobre algun caso célebre de intrigas, propaganda negra o espionaje en tiempos de guerra -antes de Internet…

  7. Otra red social más, está bien tratar de integrar con otras porque si no uno se pierde con tantos usuarios, perfiles… al final tus amigos sólo están en un sitio, pero supongo que como en todo tiene que haber una industria alrededor que de soporte y funcionalidades

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