Este mes adelanto la publicación de mi artículo en la revista de Deusto porque la temática del mismo fue la que traté ayer en una charla sobre redes sociales junto a Teketen en el Hikaateneo (gracias por la invitación, Dani). Así que dejo texto y presentación :-).
Artículo publicado en la Revista Deusto Nº 107 (verano 2010)
El título de este artículo puede tener un tinte apocalíptico, pero cuando los grandes monopolios avanzan, se estrechan los subterfugios para escapar de ellos. Y es que, con los números en la mano, Facebook no deja de sorprender con sus ya más de 400 millones de usuarios registrados en todo el mundo, superando incluso en visitas al todopoderoso buscador Google. Es raro encontrar a internautas que no tengan cuenta en esta red social, y como veremos a continuación, a pesar de que no la tengan, cada vez será más difícil que no topen con ella. Si fuera un país, estaríamos hablando del tercero más poblado tras China y la India. Muchos ciberciudadanos de una única plataforma que no es precisamente una democracia. Facebook es a Internet lo que los centros comerciales a la compra. Persiguen la masificación, concentrar todos los servicios que un usuario pueda necesitar en un único espacio para que no salga de allí. Y más si su modelo de negocio gira entorno a la publicidad dirigida, una vez analizado nuestro perfil de consumo, que necesita que pasemos tiempo allí para ser bombardeados con miles de pequeños impactos. Y también teniendo en cuenta que este país es muy costoso de mantener: más de 25 millones de dólares anuales sólo en servidores.
Así que, tras la conferencia anual Facebook F8, celebrada el pasado 21 de abril en San Francisco, a pocos les sorprendieron los cambios que se avecinan. Este tercer capítulo del plan de dominación del mundo que está escribiendo Facebook cuenta con varias líneas claras y con un único objetivo: que pasemos por ellos para hacer cualquier cosa, considerando que es el único espacio de Internet y que no hay nada fuera que merezca nuestra atención. Analicemos esas líneas con más detenimiento:
- Facebook Connect quiere convertirse en la apuesta más clara para la identificación global en Internet. Esto implica que podamos usar nuestro nombre de usuario y contraseña de Facebook para iniciar sesión en otros sitios web ajenos a la plataforma, olvidando el engorroso proceso de darnos de alta en cada nuevo espacio en el que participemos. Para ello va a estandarizar las interacciones entre Facebook y terceros a través de un nuevo protocolo denominado Open Graph.
- El texto “Me gusta” ha sustituido al de “Soy Fan” en las páginas. Además, ahora este botón se externalizará posibilitando a cualquiera ponerlo en su blog o página web. De esta forma, cuando pinchemos sobre el “me gusta” de un contenido cualquiera, aparecerá en nuestro perfil personal.
- Geolocalización: tras él éxito de webs como Foursquare, donde se ha puesto de moda decir en cada momento dónde estamos físicamente, Facebook no quiere quedarse rezagado y también contempla esta nueva forma de exhibicionismo de ubicación.
- Facebook Toolbar: al más puro estilo de las barras de navegación que han sacado los grandes como Google, Facebook también saca su propio invento que se podrá integrar tanto en los navegadores como en otras páginas web, reiterando el envite de que esté en todos los sitios y facilitando aún más el análisis de nuestro comportamiento cuando navegamos.
- Pero el anuncio más importante a la par que inquietante ha sido el de Facebook Credit, la moneda propia de la red social. Este dinero virtual permitirá a los cibernautas comprar bienes y servicios, canjeando su moneda local por ésta más “universal” a través de Paypal o su tarjeta de crédito, contando con su propia tasa de cambio. Otras plataformas han intentado dar este paso en anteriores ocasiones: cuando tan en boga estuvo el metaverso Second Life, también contaba con su Linden Dólar ($L), pero nunca salió de allí. Sin embargo, las pretensiones de Facebook no se limitarán a que esos servicios u objetos que se comercialicen sean exclusivamente suyos, sino a convertirse en un estándar en el pago en Internet.
Temblemos pues de nuevo con otro intento concentrador. Y es que este tipo de movimientos se replican tanto en la calle como en la Red: los pequeños comercios o las pequeñas plataformas se ven ahogadas por los grandes, acabando con la variedad de opciones. Por la diversidad, movámonos de nuevo a los barrios pequeños.
Imagen de Balakov (CC by-nc)
Me has dejado anonadado….. siempre tienes un punto de vista por encima de cualquier otro que pueda llegar a mis ojos.
Enhorabuena
Y lo peor es que, gracias a la feísima costumbre que tenemos de no leer el EULA al registrarnos, nos encontramos con que, la protección de datos, es básicamente, la que FB quiera. Y claro, cuando una empresa paga por un listado de targets potenciales, FB da palmas con las orejas, porque, como recopilador de esa información privada, puede vender a millón su publicidad en su propia plataforma.
Y a ti solo te queda sonreír. Ya que te están sodomizando (perdón por el término, Lore), por lo menos, poner buena cara.
Por otra parte, miedo me da la combinación Facebook Credit y adolescentes hiperhormonados. Daría para otro post?
@Tomás: gracias por el comentario Tomás. Se agradece un montón 🙂
@MaY: Facebook Credit y los jóvenes hiperhormonados es como los teléfonos móviles. A los padres les tocará controlar en qué se gastan las pagas los angelitos 😉
Lorena: estoy impresionada con tus comentarios sobre Facebook. La verdad es que en el curso que nos impartiste sobre redes sociales también nos diste tu opinión sobre todo ello. Me estoy replanteando el tener un perfil en el superfacebook. Pero veo que las redes sociales son muy útiles hoy en día, que nos hacen llegar a muchas informaciones a las que sería difícil llegar de otra manera. Lo que está claro es que necesitamos alguna alternativa en la que el usuario sea el que gestione lo que muestra en su perfil, que él sea el dueño de lo que publica. Cada vez entiendo mejor lo que nos explicaste. Mila esker!
facebook, bufff…
@agurtzane: no nos tiene que dar miedo tener un perfil en Facebook siempre que sepamos cuáles son las reglas con las que jugamos y actuemos en consecuencia. Efectivamente las redes sociales tienen cosas malas y cosas buenísimas (sobre todo en lo que respecta a comunicación e información). Pronto hablaré de un proyecto en el que se está trabajando para montar una red en la que cada persona gestionará su propia información, sin depender de terceros. Se llama Diaspora.