Érase una vez una cosa llamada intimidad

Jey-Heich
Jey-Heich

Año 150 d.d. F. (después de Facebook)

– Abuelita, abuelita. Vuélveme a contar otra vez ese cuento.
– ¿Qué cuento cariño?
– ¡El de la intimadad!
– ¿Querrás decir intimidad?
– Eso, eso. Es que siempre se me olvida ese nombre.
– Es normal que se te olvide, mi niña. Ya hace más de diez años que retiraron esa palabra de la Real Academia de la Lengua Digital. Ya sabrás que la Real Academia introduce y elimina palabras según el uso que les dan las personas. ¿Recuerdas lo que significaba?
– No muy bien.
– Entonces acompaña a la abuela a su biblioteca.
– ¿A ese sitio lleno de polvo y de cosas cuadradas?
– ¿Libros?
– Sí, eso. Por ellos tomó Facebook su nombre, ¿verdad? No sé cómo erais capaces de almacenar eso en casa. Con lo fácil que es ahora con nuestro lector de contenidos incorporado en el cortex…
– Otro día te contaré el placer que supone el tacto del papel, querida. Bueno, aún mejor. Coge tu misma ese grandote que pone “Diccionario Edición 2009” y busca la palabra intimidad.
– ¿Y dónde está el buscador aquí, abuela?
– En tus dedos cariño. Debes pasar las páginas en busca de la letra I. Está todo ordenado alfabéticamente.
– ¡Pero eso me llevará mucho tiempo! ¡Por lo menos 20 segundos! ¿Ves por qué está mejor nuestro lector de contenidos?
– Pasa las páginas y calla. ¡Que no haces más que rechistar! ¿Qué pone bajo intimidad?
– “Dícese de la zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia”. Pero, ¿y cómo conseguíais relacionaros sin saberlo todo de la otra persona? ¿No os daba miedo que fuera un delincuente o algo peor? ¿Que ocultara algo…?
– Era parte de la gracia que tenía el relacionarse e ir descubriendo poco a poco a un semejante. Ahora eso se ha perdido. Con vuestros programas implantados de cálculo de compatibilidad social, desecháis conocer a gente. No sabéis cuánto os estáis perdiendo…

Érase una vez una cosa llamada intimidad o cómo la extimidad se está abalanzando sobre nuestras vidas. ¿Ciencia ficción o quizás no tanto?

Lorena Fernández Álvarez (@loretahur)

Ingeniera salsera. Actualmente, directora de comunicación digital de la Universidad de Deusto. Miembro del grupo experto de la Comisión Europea Gendered Innovations para analizar el impacto de no incorporar la perspectiva de género en la Inteligencia Artificial. Colabora en el programa de radio “Hoy por Hoy Bilbao” de la Cadena SER desde 2009 con una sección sobre nuevas tecnologías. Además, es jurado del premio Ada Byron a la mujer tecnóloga y mentora del proyecto Inspira STEAM, un proyecto que busca el fomento de la vocación científico-tecnológica entre las niñas. Ha creado junto a Pablo Garaizar e Iñigo Maestro el juego de mesa Nobel Run.

12 thoughts on “Érase una vez una cosa llamada intimidad

  1. Que no,que Facebook es buena, ¿no sabes que han sacado la posibilidad de hacer grupos privados, por ejemplo para familias?Sólo lo miembros del grupo verían la actividad. Si es que eres una tiquismiquis 😛

  2. Me gusta mucho, pero ¡ay! queda la pregunta de siempre ¿la perderemos de verdad o cambiará algo la expresión de la misma en función de los medios relacionales?
    Creo que entre, por ejemplo, lo urbano y lo rural su forma y modo de expresión tampoco ha sido el mismo.
    Perdurará, perdurará si queremos que así sea 😉

  3. Has conseguido arrancarme una sonrisa primero, pero despúes has conseguido preocuparme de verdad. ¿Llegaremos a esos extremos? ¿Los interfaces implantados en los cerebros proporcionarán datos en los que basar nuestras decisiones de relacionarnos o no?

    Joder, que futuro más «Blade Runner» nos espera…..

  4. En realidad la pérdida de la intimidad no es más que uno de los grandes mitos culturales de nuestra época. De hecho jamás ha existido, aunque la manía del espacio personal en las relaciones humanas durante el siglo XX sugiera ahora lo contrario. Algo más atrás -por ejemplo en la Prusia de los Hohenzollern o en el Austria imperial de los Habsburgos, que pasaban por ser modelos de la monarquía del despotismo ilustrado- un policía o un funcionario de correos podían abrir las cartas de los particulares si sospechaban de cualquier actividad no ya ilícita, sino inmoral o poco edificante.

    En la aldea de la antigua sociedad rural (y esto seguía siendo asi hasta hace poco en los pueblos de España) no existía la intimidad. Todo el mundo lo sabía todo de los demás. En la actualidad, con el facebook, las redes sociales y las tecnologías de vigilancia digital se está reproduciendo el mismo estado de cosas que durante el Antiguo Régimen, solo que a escala global.

    Habitantes del planeta lorenés, no os hagáis ilusiones: lo que necesitáis no es más intimidad, que no existe, sino mayor control sobre vuestros propios datos personales.

  5. Y a aquellos que, por tener el neocortex endurecido e impermeable a los cambios, seamos incapaces de recibir los implantes, se nos aislará en reservas en las que cumpliremos la función de rareza social y nos extinguiremos plácidamente entre cotilleos y danzas rituales para dar paso a la nueva especie de los neo-sapiens…

    Un gran salto para el ser humano, un pequeño paso en la búsqueda de la felicidad que, invariablemente, está asociada al libre albedrío

  6. ¿La corriente que rechaza la «pérdida de la intimidad» por lo 2.0 no esconde realmente la pereza (o incompetencia) para construir una personalidad social?

  7. Yo creo que no se distingue todavía entre (como dice Nacho Muñoz) personalidad social (marca) y personalidad íntima (lo que somos realmente…
    La frontera de tu intimidad, como en la vida que hasta ahora hemos conocido como normal… la marcas tu.
    De la misma manera que no sales desnudo a la calle… no puedes salir desnudo a la red…
    De hecho no ha cambiado nada, sino la dimensión en la que somos publicos.
    Abrazos!
    +j

  8. @mak: ¿Qué es para ti privado? ¿Esto es privado?

    @pernan: muy grande vuestro compatibilizadorrr 😀

    @rosa: ya me alegro, guapa 🙂

    @txetxu: todo dependerá de la educación digital que demos a nuestros nativos… Hay que hacerles descubrir lo importante de sus datos e información.

    @may: todo se verá según vayamos dando pasitos. Tampoco es para asustarse… por ahora 😉

    @patxi: pues yo sí creo en la existencia de la intimidad. Conozco de primera mano ese mundo de los pueblos de España de los que hablas. Allí era difícil tenerla y, aunque no hicieras algo, se lo inventaban. Pero aún quedaban cosas a las que jamás accedían. Tu día a día con la familia y amigos. Una cosa que realmente me preocupa es que en ese modelo eran otras las personas interesadas en acceder a tu terreno privado. Con las redes sociales eres tú el que decides exponerte y hacer público todo.

    @dicky: hazme un hueco en tu reserva, que mi neocortex también es muy duro (siempre me han dicho que soy una cabezona 😉 )

    @nacho: me parece muy simplista tu argumento porque mi intimidad ya no depende exclusivamente de mí. Para ilustrar esto te pongo un ejemplo: un amigo decide subir unas fotos a Facebook en las que aparezco yo. Se ha vulnerado mi intimidad y yo no he tenido nada que ver. ¿La culpa es mía por pereza o incompetencia?

    @+joanjimenez: te respondo lo mismo que a Nacho. De todas formas esto era un relato futurista. Puede que se acerque a la realidad o no… eso no lo sabremos hasta que suceda 😉

    @andres y @alfonso: gracias 😀

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