El título de este post es una vil copia del curso en el que tengo la suerte de estar la primera semana de septiembre en A Coruña convocado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo: Educación conectada: la escuela en tiempos de redes [programa]. Compartiré espacio (aunque no tiempo, confirmando el principio de incertidumbre de Heisenberg) con viejos conocidos y gente a la que tengo ganas de “desvirtualizar”: Tíscar Lara, Julen Iturbe-Ormaeche, Juan Sánchez Martos, Víctor Cuevas, Charo Fernández, David Álvarez, Urko Fernández y por supuesto, Carlos Magro y Jose Luis Cabello, organizadores de todo esto.
Los que estamos fuera de esos límites difusos que nos pone la etiqueta “nativos digitales”, seguimos dando vueltas a aquello de la identidad digital recursivamente sin percatarnos de que, los que vienen por detrás, ya no se lo plantean y nos miran con caras raras. Su identidad digital está ya más que asumida y dan por hecho también que la identidad digital de las instituciones que les rodean deberían ser así. Por eso ya no les vale que esa identidad tenga vacaciones o fines de semana, ni que opere de 9 de la mañana a 7 de la tarde. Se acabaron los horarios. Igualmente se asombran cuando en las encuestas de acceso a la universidad se les pregunta si usan redes sociales y cuáles. Es como si a nosotros nos preguntaran si vamos a los bares y cuáles son los que más frecuentamos.
Las cuentas de resultados en estos tiempos convulsos están desviando nuestro rumbo para convertir a los centros educativos en un “captador” de estudiantes, haciendo que confundamos con frecuencia comunicación con marketing. Y no solo eso: valoramos más la comunicación hacia afuera que la interna. Sin embargo, en esa comunicación interna radica el éxito: con ella se crea la fidelización entre los estudiantes y la institución, se co-crea al descubrir caminos donde “juntas gente y pasan cosas” e incluso la empatía deja de ser una palabra desconocida para convertirse en una actitud.
La comunicación en tiempo de redes va madurando poco a poco, aunque aún muchos creen que esto es un juego que pasará de moda. Siempre que escucho un comentario en esta línea recuerdo una vivencia de hace ya unos cuantos años, cuando las cámaras de fotos digitales estaban asomando las narices. Me desplacé a una tienda de fotografía de las de toda la vida y les pregunté por los modelos que tenían. Cual fue mi sorpresa al recibir la siguiente contestación: “Nosotros no tenemos cámaras digitales y no vamos a venderlas. Eso es una moda pasajera que no podrá con el modelo de los carretes”. Hoy esa tienda ha desaparecido. Así que como de juego no tiene nada, habrá que hacer las cosas con premeditación y alevosía: con un plan de comunicación digital que responda a las principales preguntas: ¿a quiénes? ¿dónde? ¿qué? ¿para qué? y con capítulos especiales para crisis digitales y métricas sociales que nos indiquen si esas preguntas se están respondiendo de manera adecuada. Además, habrá que tener en mente que la identidad de una institución (fijaos que no he puesto el apellido digital por detrás) la conforman todas las personas que pertenecen a la institución. Así que tenemos entre manos un puzzle distribuido y de muchas piezas. ¿Te animas a montarlo?
Imagen de nicocrisafulli (CC by).
Lorena…el curso tiene una pinta estupenda, estáis gente muy interesante y además si detrás está Carlos Magro, me espero lo mejor. Si la agenda me diera una tregua…
Me encanta leer la reflexión sobre la comunicación que planteas. En especial esa gran olvidada que se llama «comunicación interna», apartada de los planes, de las estrategias y de muchos proyectos, confundiéndola con información… y que gracias a la tecnología de las conexiones, como la actual, podemos reinventarla y reimpulsarla.
Estaré atento a las conclusiones y a lo que allí se diga, en A Coruña, pero este inicio tuyo promete y mucho.
@Juanjo: lo de la comunicación interna es para mirarlo con lupa. Cuando se deja de lado en una institución, a mí me hace sentir que la «otra» comunicación es un mero cosmético para vender más (volviendo de nuevo al marketing). Y lo de confundir informar con comunicar, también es de traca. Gracias por el comentario. Publicaremos por estos lares los resultados del curso.
El mundo es pequeño, no sé si demasiado y lo que se cuenta de puertas para dentro, sea aula o institución, cobra especial relevancia porque la gente se entera (de lo que quiere) antes fuera que dentro. Así que a veces cuando te pones a organizar algo para dentro resulta… que ya ha sucedido fuera 😉
@Julen: pero es entonces como en las malas relaciones, cuando por una amiga te enterabas fuera de lo que había hecho tu novio. Resultado: desconfianza… y hasta alguna ruptura ;-).