Artículo publicado en la Revista Deusto Nº 103 (verano 2009)
La música nos acompaña casi todos los días de nuestra vida: puede ser camino al trabajo o al estudio gracias a los cada vez más pequeños reproductores mp3, mp4, móviles y demás aparatos electrónicos de última generación. O también descansando del estrés de un duro día en nuestro sillón favorito y degustando un buen vinilo. O quizás en un bar mientras tomamos algo con los amigos, o en un concierto,…. Muchos son los momentos musicales y pocos los de silencio. Y como no podía ser menos, en la Red de Redes existen numerosos servicios para descubrir mejor este arte.
Last.fm es la red social más conocida entre las bambalinas musicales. Gracias a un cliente que se instala en el ordenador, cada canción que pase por nuestros reproductores quedará registrada (proceso que se denomina scrobbling), con lo que tendremos estadísticas de todo lo escuchado en nuestro perfil, facilitando así la creación de una base de conocimiento común que relaciona gustos y que nos hace recomendaciones de grupos y artistas en base a las preferencias de otras personas que oyen esa misma música. Como en toda red social que se precie, se pueden agregar amigos con los que contrastar nuestra compatibilidad musical. Asimismo nos avisa de los conciertos que se vayan a celebrar cerca de nuestra ciudad. Tanto la información de los artistas como la de los eventos es editable y por ende, colaborativa, por lo que cualquiera podrá introducirla, posibilitando etiquetar a grupos y artistas. Además, si haces música, puedes promocionarte en esta plataforma subiendo tu información y canciones para que cualquiera las escuche. También permite la creación de grupos de usuarios con gustos en común. En estos grupos hay foros, listas de canciones compartidas, etc…
Pero su sección más exitosa es, sin duda alguna, su radio on-line. Cada estilo musical y artista tiene su propia emisora, con canciones relacionadas. Last.fm tiene en su haber una colección de más de 100.000 canciones completas. El resto se pueden disfrutar mediante preescucha de 30 segundos. Precisamente esta funcionalidad ha estado en boca de todos tras el reciente anuncio de la intención de cobrar tres euros mensuales por concepto de suscripción. La polémica viene porque esta recaudación se iba a realizar en todos los países excepto Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Parece ser que, a pesar de haber sido adquirida en 2007 por la cadena estadounidense de radio y televisión CBS, necesitaba de nuevos ingresos.
Blip.fm es el sueño de todo DJ frustrado. Desde esta plataforma podremos pinchar canciones para que el resto de nuestros contactos las escuchen, acompañándolas de mensajes de no más de 150 caracteres. Si les gusta la recomendación, nos darán un voto. Una funcionalidad interesante es que interactúa con otros servicios. Por ejemplo, podremos configurar nuestra cuenta para que cada vez que publiquemos una recomendación, salga también en nuestro muro de Twitter. O que todo lo que escuchemos puede sincronizarse con Last.fm, para que queden también esas canciones registradas.
Si somos unos apasionados de las rarezas musicales, Internet está lleno de páginas para saciar nuestra curiosidad. Por ejemplo, dentro de la web IMDb (The Internet Movie Database) existe un apartado donde podremos buscar todas las apariciones de una melodía en las bandas sonoras de películas o series.
Una práctica común en el mundo de la música es versionar una y otra vez las canciones de otros. Dicen las bibliotecas musicales que la canción más tributada de la Historia es Yesterday, de los Beatles, con más de tres mil versiones desde 1965. Si queremos conocer todas las que tiene una determinada canción, podremos consultarlas en páginas web como The Covers Project o Second Hand Songs.
Pero sin duda, la revolución musical en Internet ha venido este año de la mano de Spotify, un software que se instala en nuestro ordenador y que nos da acceso a un catálogo impresionante a cambio de esporádicas cuñas publicitarias. Además existen cuentas de pago que eliminan esa publicidad. Por ahora, el acceso sólo es posible a través de invitaciones, aunque, no sé si intencionadamente, corrió como la pólvora un enlace desde el que se permitía la creación de cuentas. Con una interfaz muy simple e intuitiva, se pueden buscar discos, canciones y artistas fácilmente, además de crear listas de reproducción. Estas listas son el único apartado social de la aplicación, puesto que no permite tener contactos o enviar recomendaciones entre usuarios. Al igual que Blip.fm, permite sincronizar lo que escuchamos con Last.fm, siendo por tanto servicios complementarios. El mecanismo interno de funcionamiento se fundamenta en el P2P. Es decir, cuando estamos haciendo streaming de la música, no la escuchamos directamente de un servidor central, sino que vamos descargándola a nuestro ordenador y puede que nosotros sirvamos de servidor a otro usuario que esté accediendo a esa misma melodía.
La música ha ido pasando por diferentes cuerpos. Empezó encorsetada en los elegantes vinilos, para luego pasar a los populares casetes (cuántas veces habremos rebobinado uno con un bolígrafo para volver a escuchar nuestra canción favorita…). Luego llegaron los Compact Disc prometiendo ser el formato definitivo. Sin embargo, los reproductores mp3, las memorias usb y demás artefactos que son capaces de almacenar miles de millones de melodías en su interior, han hecho pasar al CD a mejor vida. De hecho, su abuelo el vinilo vuelve a ganarle terreno. Sólo en 2008 creció su venta un 200% respecto al año anterior. Parece ser que para la escucha fuera de casa, nos quedamos con los formatos electrónicos, pero para las audiciones intimistas, aún preferimos el glamour de antaño. Sin embargo, todos estos cuerpos encorsetan a la música y hacen que las casas de los coleccionistas pierdan espacio disco a disco. Internet aparece como el nuevo libertador, logrando que el ritmo fluya de un soporte a otro, o directamente a nuestros oídos.
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¡Un artículo muy interesante!
Para mí lo del lastfm de pago ha sido una tragedia.
Ilustrativo e ilustradísimo. No sabía yo que el spoty podía convertir nuestro ordenata en servidor… ¿Quiere eso decir que habría modo no sólo de escuchar la canción en tiempo real sino de capturarla como archivo? No creo, pero como las ciencias adelantan que es una barbaridad…
@Mr. Samper: la verdad es que es una auténtica pena. Yo ya me he gastado mis 30 canciones gratis. Ahora sólo lo usaré como recopilador de todo lo que escuche y para que me descubra nuevos artistas
@Javi V: pues no se almacena como tal toda la canción, sino que lo hace en pedacitos. Pero como efectivamente apuntas, las ciencias avanzan que es una barbaridad 😉
Estoy de acuerdo en la tragedia lastfm
Cuanta musica descubierta a traves de sus selecciones…
No hay nada parecido??? Hay que resignarse????
Muy bueno el articulo, muy interesante
Casi los programas que se comunican con algo que esté fuera actúan como servidor. De hecho, y si tienes instalado un cortafuegos, cada vez que inicies el software te lo preguntará (¿Desea que XYZ actúe como servidor? No solo para Spotify, sino también para MS-Word si deseas volcar un copypaste procedente de Internet.
Sobre la forma de capturar la música del Spotify tengo escrito un artículo en mi propio blog que, para mi vergüenza, me ha reportado decenas de miles de visitas, mientras que las otras entradas pasan desapercibidas. Esto nos habla de lo que de verdad interesa a la gente:
http://writeonlymode.wordpress.com/2009/02/27/como-descargar-al-ordenador-musica-de-spotify/
Luego, eso sí, hay que trabajar un poco con el editor de ondas para cortar las pistas y quitar la publicidad.
@julia: yo lo sigo usando para descubrir nuevos grupos (sigue mostrando recomendaciones), pero ahora lo convino con spotify
@patxi: siempre suele pasar. Una de mis entradas más exitosas es una chorrada sobre el axioma del hijo de puta. Luego te exprimes el seso en otros posts que pasan totalmente desapercibidos… 🙁
Hola ! Me gusto mucho tu blog, es muy interesante,ya que es la primera vez que entro a el..
Te dejo mi blog para que entres en el..
espero que te guste…cariños
Maria